domingo, 3 de septiembre de 2017

ALGUNAS VECES, LA PALABRA GRACIAS SE QUEDA CORTA...


Después de lo vivido ayer, quería escribir una crónica un poco especial donde recoger tantos sentimientos, tantas emociones, pero sobre todo tantos agradecimientos pendientes.
Advierto que será largo, casi tanto como las 15:42:10 que duró el #RetoMasVida de ayer. Mis disculpas por adelantado a los que pueda resultarles pesado.
Después de la locura de semana, tenía muchas ganas de que amaneciese el Sábado. Una sensación de especial nerviosismo me despertó poco antes de que sonase la alarma. Un desayuno importante y una completa revisión de todo el material hacen que el tiempo vuele hasta la hora de la recogida. Ivana, me recoge puntualmente en mi puerta junto a Capi, participante también en la campaña de 1,5 metros desnudos que también se convertiría a la postre en uno de los protagonistas del día.
Llegamos rápido a Las Graveras, donde nos encontramos con Diego y la primera tanda de voluntarios de Byon, que serían los encargados de ir informando sobre el reto previamente a nuestra llegada a los distintos pueblos. Una gente espectacular, llena de vida, con los que nos tomamos una foto de recuerdo antes de comenzar a nadar. Llega también Germán, socio del Vivo Training Garden Las Graveras, y uno de los responsables de que podamos utilizar esas magníficas instalaciones para nadar. Allí está Manuel Olmo, Midnight Predator, Organizador del Hispano y una auténtica referencia en esta locura de deporte con quien tendremos el privilegio de compartir más de medio día. Se une Sergio, futuro Hispano que también nos iba a acompañar junto a Manuel. Sin tiempo a nada más, Germán nos avisa que son las 8:00. Un emotivo abrazo con Ivana y nos echamos al agua para comenzar a dar las primeras brazadas. Es un auténtico lujo nadar aquí. 7 vueltas a un circuito perfectamente señalizado de 550 metros nos llevarán a completar el primer segmento. Desde el primer momento compruebo que el hombro izquierdo de Ivana no va bien. Una lesión crónica le impide moverse con fluidez y se nota su esfuerzo en cada brazada. Sin embargo, la cara de determinación que muestra no me hace albergar la más mínima duda de que terminará. 6 primeras vueltas junto a Germán, Manuel y Sergio a un ritmo muy cómodo que me permite disfrutar como nunca de este segmento. Cada vez que pasamos por el pantalán los aplausos  de Diego, Capi y los voluntarios nos suponen una dosis extra de motivación. La última vuelta la realizo junto a Ivana en paralelo, siendo conscientes de que el primer segmento se acaba y estamos un poquitín más cerca de nuestro objetivo final. Nada más salir nos encontramos a Vane, que realizaría con nosotros todo el segmento de bici.
Transición cómoda para comenzar los primeros kilómetros del tramo ciclista. Se unen a nosotros Olmo, Sergio y Vane. Tan cómodos vamos y tal es nuestra confianza hacia ellos que ni nos acordamos del documento de exención de responsabilidad, que afortunadamente no sería necesario a la postre. Comenzamos a pasar pueblos, recibiendo aplausos de nuestros voluntarios, estratégicamente situados para difundir información sobre la donación de médula. En Los Jinetes se nos unen otros dos gregarios de lujo, Manuel (Madriles) y Agus, de los Informales de Alconchel, mucho más que un equipo ciclista. Julio (hermano de Manuel) se une en moto, y convierte una prueba no oficial en un evento de categoría similar a cualquiera de las tres grandes vueltas. Cualquier profesional hubiese envidiado su atención. Poco antes de llegar a Carmona nos encontramos con Nandi, diseñador del recorrido en bici que nos llevaría  por carreteras totalmente desconocidas para mí y por parajes de auténtico ensueño. Nuestros amigos Luis Cruz e Iván Cadierno completan la grupeta. Seguimos sin firmar papeles porque sabemos que no hará falta. Diez ciclistas devorando kilómetros por una buena causa. El paso por Carmona me resulta muy emotivo. Aunque Marta está lejos, la siento muy cerca, como a Javier y a Patri. Y qué decir de Juan Antonio. Seguro que allí donde esté habrá disfrutado con esta prueba. A pesar de que el viento frontal y el calor no ayudan, disfruto como nunca de este sector que suele ser mi talón de Aquiles. Gracias a los compañeros nos anticipamos a una zona en obras que no habíamos previsto y cambiamos el recorrido sobre la marcha. Carreteras tranquilas, con poco tráfico, con buen asfalto y paisajes muy agradables de contemplar. En El Viso del Alcor (kilómetro 120) tenemos parada obligada. Un espectacular avituallamiento por parte de los Informales de Alconchel refuerza nuestra teoría de que son mucho más que un equipo. Una gente espectacular, que dándolo todo nos monta una mesa que no he visto en muchos triatlones de marca en los que he competido. Aprovechamos la ocasión para refrescarnos y estirar un poco antes de emprender la marcha. Cuando me aparto un poco para llamar a María y confirmarle que todo va bien, una familiar voz gritando Papá me llega hasta lo más hondo del corazón. Daniela me saluda desde el coche de mis primos Ana y José Mari, que junto a María llevan toda la mañana “persiguiéndonos”… La felicidad se dispara hasta el infinito. Lo último que esperaba hoy era encontrarme con mi familia en el recorrido. Fotos, abrazos y besos (a pesar del sudor) y volvemos al lío. Nos despedimos de todos dando las gracias y aprovechamos unos kilómetros con viento a favor. Entre el viento y la motivación Ivana me comenta después que he estado pedaleando varios kilómetros a 35 km/hora, algo que pensaba que no era capaz de hacer. Mientras vamos recorriendo kilómetros en dirección a Sevilla se van quedando algunos miembros de este pelotón mágico. Los últimos en hacerlo son Manuel, Sergio, Vane y Nandi en Las Graveras, mientras Iván nos acompañará hasta el final de este sector. A lo largo de estos 180 kilómetros, Diego y Capi nos han ido aguardando en innumerables puntos del camino, avituallando y convirtiendo esos inolvidables momentos en fotografías y videos rebosantes de corazón.

Llegamos al Estadio Olímpico (T2) cerca de las 18:00, tras algunas vueltas por la Isla de La Cartuja para completar los kilómetros totales. Allí nos esperan, entre otros, el equipo de voluntarios que a lomos de sus bicis de montaña se convertirán en nuestros auténticos ángeles de la guarda durante el tramo a pie. Manuel, Arturo, Fran y Conchi se convierten en piezas imprescindibles para completar el puzle del reto en sus horas más duras. Realizamos una transición lenta, hidratándonos a tope porque el calor a estas horas es brutal. Vamos trotando en dirección a la estación de tren para acceder a la pista que nos debe guiar por los primeros  kilómetros del recorrido. Desde los primeros momentos nos damos cuenta de que no va a ser fácil. Un calor y una humedad que no esperábamos nos dificultan avanzar a buen ritmo. A pesar de que Ivana pasa dificultades porque no puede respirar bien, no me queda ninguna duda de que va a terminar. Cambia el trote por un caminar tan rápido que me cuesta trabajo seguirla. Pierdo la cuenta de las veces que pedimos líquido a los voluntarios, que nos atienden de forma exquisita. El acceso en coche al lugar por donde caminamos no es posible, por lo que su labor se convierte aún en más decisiva. Pasamos los diez primeros kilómetros prácticamente sin correr,  lo que nos hace albergar nuestras primeras dudas  sobre la posible hora de llegada. Al menos esto nos permite hablar, por lo que no se nos hace tan cuesta arriba. Incluso hay momentos para echar unas risas, como cuando pasamos por una zona un poco demacrada a la que tenemos que acceder saltando una valla o como cuando la distinta interpretación de la “Rotonda del Copero” nos lleva a retrasar el avituallamiento un poco más de lo previsto. Diego y Capi siguen haciendo kilómetros y buscando la mejor forma de llegar hasta las zonas con acceso. Cada vez que coincidimos devoramos sandía fresquita e incluso nos duchamos para bajar la temperatura corporal, porque a pesar de que va atardeciendo, sigue haciendo mucho calor. Algunos cambios en el tracking previsto nos hacen desviarnos del  plan inicial. Casi a las  9:00 nos encontramos a la altura del Polígono de la Isla, sin prácticamente luz natural y con varios kilómetros por cubrir por carreteras complicadas hasta llegar a Dos Hermanas. Comenzamos a preocuparnos por la gente que nos espera en la zona de meta, porque somos conscientes de que vamos a llegar con bastante retraso… Especialmente lo sentimos por Cristian, de Carros de Fuego y sus papás Ana y Feli, que hace ya bastante tiempo que nos esperan allí. Con la seguridad como principal criterio decidimos volver sobre nuestros pasos en dirección hasta Fuente del Rey, para desde allí acceder a la llamada Carretera Vieja a través de Bellavista, por donde transitaremos por un carril paralelo a la vía que deberá llevarnos a Dos Hermanas. Nos colocamos los frontales, y gracias a la iluminada escolta de los voluntarios transitamos sin ninguna incidencia a pesar de pasar puntualmente por tramos con tráfico de vehículos. Diego y Capi nos avisan que varios integrantes del Club Orippo nos esperan a la entrada del pueblo para acompañarnos en los últimos kilómetros. Raúl se ha encargado de organizarlo todo para que nos sintamos acompañados en este último tramo. Nos recomiendan acceder por un camino paralelo al último puente que nos facilitará la llegada a la Avenida Adolfo Suárez, en las cercanías de la línea de meta. Nada más comenzar a correr por la Avenida recibimos el calor de la gente. Coches que pitan, una legión de atletas del Orippo, amigos, conocidos…nos hacen olvidar el cansancio acumulado. Algo menos de 8 kilómetros nos separan de nuestro sueño. En la Glorieta de la Dehesa de Doña María nos encontramos con mi familia (otra vez María, mis primos Ade, Ana, Frank, José Mari, Carmen y esta vez Pablo en lugar de Daniela), con más amigos, más gente del Orippo (Nuria, Carmen, Mar, Chica, David, Ismael, Enrique y muchos más cuyos nombres ahora no acierto a recordar) Luis, Juan Dianez, Jose, Capi, que se une al grupo para acompañarnos en la carrera, y sobre todo a Cristian y a su familia. Preparamos las camisetas de la Fundación Andrés Olivares y su bandera para llevarlas en los últimos metros. Cristian y su sirena nos dan alas para recorrer los últimos kilómetros y disfrutarlos como es debido. Mientras Diego y los espectadores marchan en dirección a la línea de meta (Lago de la Vida) Ivana y yo, escoltados por los Orippo salimos en dirección al  Pensador. Hace calor y hay mucha gente a nuestro paso, que nos aplauden y dan ánimos. Desde la glorieta del Hipódromo bajamos en dirección a la meta, con una extraña sensación de alegría y tristeza, conscientes de que esto se acaba… En los últimos metros nos colocamos las camisetas de la Fundación y extendemos su bandera, mientras el pasillo de espectadores nos aplaude poniendo la guinda al pastel de este día tan cargado de emociones. Cruzada la línea de meta llega el momento de los abrazos (espectacular el primero junto a Ivana y Diego), las felicitaciones, las fotos… Como fin de fiesta, leemos un manifiesto sobre la donación de médula, agradeciendo a todos los que han hecho posible este sueño. Como decía al final, el #RetoMasVida no finaliza aquí. Ahora es cuando comienza. La experiencia ha sido tan positiva que lo mismo habría que plantearse futuras ediciones, limando fallos. Lo que es seguro es que esta no la olvidaremos. Como dice el  título de esta publicación, gracias es una palabra que se nos queda corta  para expresar todo lo que sentimos, pero de todas formas, GRACIAS DE TODO CORAZÓN. #DonaMédula #DonaVida.





2 comentarios:

  1. que grande antonio lo he leido hasta el final y cada palabra que leia los bellos de punta y eso que lo vivi igual que tu ya que iba en todo momento a tu lado. gracias a ti antonio y a ivana por hacernos sentir parte de este proyecto .un saludp

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