Después de lo vivido ayer, quería escribir una crónica un
poco especial donde recoger tantos sentimientos, tantas emociones, pero sobre
todo tantos agradecimientos pendientes.
Advierto que será largo, casi tanto como las 15:42:10 que
duró el #RetoMasVida de ayer. Mis disculpas por adelantado a los que pueda
resultarles pesado.
Después de la locura de semana,
tenía muchas ganas de que amaneciese el Sábado. Una sensación de especial
nerviosismo me despertó poco antes de que sonase la alarma. Un desayuno
importante y una completa revisión de todo el material hacen que el tiempo
vuele hasta la hora de la recogida. Ivana, me recoge puntualmente en mi puerta
junto a Capi, participante también en la campaña de 1,5 metros desnudos que
también se convertiría a la postre en uno de los protagonistas del día.
Llegamos rápido a Las Graveras,
donde nos encontramos con Diego y la primera tanda de voluntarios de Byon, que
serían los encargados de ir informando sobre el reto previamente a nuestra
llegada a los distintos pueblos. Una gente espectacular, llena de vida, con los
que nos tomamos una foto de recuerdo antes de comenzar a nadar. Llega también
Germán, socio del Vivo Training Garden Las Graveras, y uno de los responsables
de que podamos utilizar esas magníficas instalaciones para nadar. Allí está Manuel
Olmo, Midnight Predator, Organizador del Hispano y una auténtica referencia en
esta locura de deporte con quien tendremos el privilegio de compartir más de
medio día. Se une Sergio, futuro Hispano que también nos iba a acompañar junto
a Manuel. Sin tiempo a nada más, Germán nos avisa que son las 8:00. Un emotivo
abrazo con Ivana y nos echamos al agua para comenzar a dar las primeras brazadas.
Es un auténtico lujo nadar aquí. 7 vueltas a un circuito perfectamente señalizado
de 550 metros nos llevarán a completar el primer segmento. Desde el primer
momento compruebo que el hombro izquierdo de Ivana no va bien. Una lesión
crónica le impide moverse con fluidez y se nota su esfuerzo en cada brazada.
Sin embargo, la cara de determinación que muestra no me hace albergar la más mínima
duda de que terminará. 6 primeras vueltas junto a Germán, Manuel y Sergio a un
ritmo muy cómodo que me permite disfrutar como nunca de este segmento. Cada vez
que pasamos por el pantalán los aplausos de Diego, Capi y los voluntarios nos suponen
una dosis extra de motivación. La última vuelta la realizo junto a Ivana en
paralelo, siendo conscientes de que el primer segmento se acaba y estamos un
poquitín más cerca de nuestro objetivo final. Nada más salir nos encontramos a
Vane, que realizaría con nosotros todo el segmento de bici.
Transición cómoda para comenzar
los primeros kilómetros del tramo ciclista. Se unen a nosotros Olmo, Sergio y
Vane. Tan cómodos vamos y tal es nuestra confianza hacia ellos que ni nos
acordamos del documento de exención de responsabilidad, que afortunadamente no
sería necesario a la postre. Comenzamos a pasar pueblos, recibiendo aplausos de
nuestros voluntarios, estratégicamente situados para difundir información sobre
la donación de médula. En Los Jinetes se nos unen otros dos gregarios de lujo,
Manuel (Madriles) y Agus, de los Informales de Alconchel, mucho más que un
equipo ciclista. Julio (hermano de Manuel) se une en moto, y convierte una
prueba no oficial en un evento de categoría similar a cualquiera de las tres
grandes vueltas. Cualquier profesional hubiese envidiado su atención. Poco
antes de llegar a Carmona nos encontramos con Nandi, diseñador del recorrido en
bici que nos llevaría por carreteras
totalmente desconocidas para mí y por parajes de auténtico ensueño. Nuestros
amigos Luis Cruz e Iván Cadierno completan la grupeta. Seguimos sin firmar
papeles porque sabemos que no hará falta. Diez ciclistas devorando kilómetros
por una buena causa. El paso por Carmona me resulta muy emotivo. Aunque Marta
está lejos, la siento muy cerca, como a Javier y a Patri. Y qué decir de Juan
Antonio. Seguro que allí donde esté habrá disfrutado con esta prueba. A pesar
de que el viento frontal y el calor no ayudan, disfruto como nunca de este
sector que suele ser mi talón de Aquiles. Gracias a los compañeros nos anticipamos
a una zona en obras que no habíamos previsto y cambiamos el recorrido sobre la
marcha. Carreteras tranquilas, con poco tráfico, con buen asfalto y paisajes
muy agradables de contemplar. En El Viso del Alcor (kilómetro 120) tenemos
parada obligada. Un espectacular avituallamiento por parte de los Informales de
Alconchel refuerza nuestra teoría de que son mucho más que un equipo. Una gente
espectacular, que dándolo todo nos monta una mesa que no he visto en muchos
triatlones de marca en los que he competido. Aprovechamos la ocasión para
refrescarnos y estirar un poco antes de emprender la marcha. Cuando me aparto
un poco para llamar a María y confirmarle que todo va bien, una familiar voz
gritando Papá me llega hasta lo más hondo del corazón. Daniela me saluda desde
el coche de mis primos Ana y José Mari, que junto a María llevan toda la mañana
“persiguiéndonos”… La felicidad se dispara hasta el infinito. Lo último que
esperaba hoy era encontrarme con mi familia en el recorrido. Fotos, abrazos y
besos (a pesar del sudor) y volvemos al lío. Nos despedimos de todos dando las
gracias y aprovechamos unos kilómetros con viento a favor. Entre el viento y la
motivación Ivana me comenta después que he estado pedaleando varios kilómetros
a 35 km/hora, algo que pensaba que no era capaz de hacer. Mientras vamos
recorriendo kilómetros en dirección a Sevilla se van quedando algunos miembros
de este pelotón mágico. Los últimos en hacerlo son Manuel, Sergio, Vane y Nandi
en Las Graveras, mientras Iván nos acompañará hasta el final de este sector. A
lo largo de estos 180 kilómetros, Diego y Capi nos han ido aguardando en innumerables
puntos del camino, avituallando y convirtiendo esos inolvidables momentos en
fotografías y videos rebosantes de corazón.
Llegamos al Estadio Olímpico (T2)
cerca de las 18:00, tras algunas vueltas por la Isla de La Cartuja para
completar los kilómetros totales. Allí nos esperan, entre otros, el equipo de
voluntarios que a lomos de sus bicis de montaña se convertirán en nuestros
auténticos ángeles de la guarda durante el tramo a pie. Manuel, Arturo, Fran y
Conchi se convierten en piezas imprescindibles para completar el puzle del reto
en sus horas más duras. Realizamos una transición lenta, hidratándonos a tope
porque el calor a estas horas es brutal. Vamos trotando en dirección a la estación
de tren para acceder a la pista que nos debe guiar por los primeros kilómetros del recorrido. Desde los primeros
momentos nos damos cuenta de que no va a ser fácil. Un calor y una humedad que
no esperábamos nos dificultan avanzar a buen ritmo. A pesar de que Ivana pasa
dificultades porque no puede respirar bien, no me queda ninguna duda de que va
a terminar. Cambia el trote por un caminar tan rápido que me cuesta trabajo
seguirla. Pierdo la cuenta de las veces que pedimos líquido a los voluntarios,
que nos atienden de forma exquisita. El acceso en coche al lugar por donde
caminamos no es posible, por lo que su labor se convierte aún en más decisiva.
Pasamos los diez primeros kilómetros prácticamente sin correr, lo que nos hace albergar nuestras primeras
dudas sobre la posible hora de llegada. Al
menos esto nos permite hablar, por lo que no se nos hace tan cuesta arriba.
Incluso hay momentos para echar unas risas, como cuando pasamos por una zona un
poco demacrada a la que tenemos que acceder saltando una valla o como cuando la
distinta interpretación de la “Rotonda del Copero” nos lleva a retrasar el
avituallamiento un poco más de lo previsto. Diego y Capi siguen haciendo
kilómetros y buscando la mejor forma de llegar hasta las zonas con acceso. Cada
vez que coincidimos devoramos sandía fresquita e incluso nos duchamos para
bajar la temperatura corporal, porque a pesar de que va atardeciendo, sigue
haciendo mucho calor. Algunos cambios en el tracking previsto nos hacen
desviarnos del plan inicial. Casi a las 9:00 nos encontramos a la altura del Polígono
de la Isla, sin prácticamente luz natural y con varios kilómetros por cubrir
por carreteras complicadas hasta llegar a Dos Hermanas. Comenzamos a
preocuparnos por la gente que nos espera en la zona de meta, porque somos
conscientes de que vamos a llegar con bastante retraso… Especialmente lo
sentimos por Cristian, de Carros de Fuego y sus papás Ana y Feli, que hace ya
bastante tiempo que nos esperan allí. Con la seguridad como principal criterio
decidimos volver sobre nuestros pasos en dirección hasta Fuente del Rey, para
desde allí acceder a la llamada Carretera Vieja a través de Bellavista, por
donde transitaremos por un carril paralelo a la vía que deberá llevarnos a Dos
Hermanas. Nos colocamos los frontales, y gracias a la iluminada escolta de los
voluntarios transitamos sin ninguna incidencia a pesar de pasar puntualmente
por tramos con tráfico de vehículos. Diego y Capi nos avisan que varios
integrantes del Club Orippo nos esperan a la entrada del pueblo para
acompañarnos en los últimos kilómetros. Raúl se ha encargado de organizarlo
todo para que nos sintamos acompañados en este último tramo. Nos recomiendan
acceder por un camino paralelo al último puente que nos facilitará la llegada a
la Avenida Adolfo Suárez, en las cercanías de la línea de meta. Nada más
comenzar a correr por la Avenida recibimos el calor de la gente. Coches que
pitan, una legión de atletas del Orippo, amigos, conocidos…nos hacen olvidar el
cansancio acumulado. Algo menos de 8 kilómetros nos separan de nuestro sueño.
En la Glorieta de la Dehesa de Doña María nos encontramos con mi familia (otra
vez María, mis primos Ade, Ana, Frank, José Mari, Carmen y esta vez Pablo en
lugar de Daniela), con más amigos, más gente del Orippo (Nuria, Carmen, Mar,
Chica, David, Ismael, Enrique y muchos más cuyos nombres ahora no acierto a
recordar) Luis, Juan Dianez, Jose, Capi, que se une al grupo para acompañarnos
en la carrera, y sobre todo a Cristian y a su familia. Preparamos las camisetas
de la Fundación Andrés Olivares y su bandera para llevarlas en los últimos
metros. Cristian y su sirena nos dan alas para recorrer los últimos kilómetros
y disfrutarlos como es debido. Mientras Diego y los espectadores marchan en
dirección a la línea de meta (Lago de la Vida) Ivana y yo, escoltados por los
Orippo salimos en dirección al Pensador.
Hace calor y hay mucha gente a nuestro paso, que nos aplauden y dan ánimos.
Desde la glorieta del Hipódromo bajamos en dirección a la meta, con una extraña
sensación de alegría y tristeza, conscientes de que esto se acaba… En los
últimos metros nos colocamos las camisetas de la Fundación y extendemos su
bandera, mientras el pasillo de espectadores nos aplaude poniendo la guinda al
pastel de este día tan cargado de emociones. Cruzada la línea de meta llega el
momento de los abrazos (espectacular el primero junto a Ivana y Diego), las
felicitaciones, las fotos… Como fin de fiesta, leemos un manifiesto sobre la
donación de médula, agradeciendo a todos los que han hecho posible este sueño. Como
decía al final, el #RetoMasVida no finaliza aquí. Ahora es cuando comienza. La
experiencia ha sido tan positiva que lo mismo habría que plantearse futuras
ediciones, limando fallos. Lo que es seguro es que esta no la olvidaremos. Como
dice el título de esta publicación,
gracias es una palabra que se nos queda corta
para expresar todo lo que sentimos, pero de todas formas, GRACIAS DE
TODO CORAZÓN. #DonaMédula #DonaVida.
que grande antonio lo he leido hasta el final y cada palabra que leia los bellos de punta y eso que lo vivi igual que tu ya que iba en todo momento a tu lado. gracias a ti antonio y a ivana por hacernos sentir parte de este proyecto .un saludp
ResponderEliminarSois enormes, Antonio!
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